las vacaciones de marcelino champagnat

 

Los propósitos que tomaba para el tiempo de vacaciones destacan el aspecto de la oración habitual y el ejercicio de la presencia de Dios. El seminarista organizaba cuidadosamente su vida espiritual durante aquellos períodos de descanso: oración, ayuno, visita a los enfermos, catequesis a los jóvenes. Aludiendo a su habilidad con los muchachos, Juliana Epalle —vecina de los Champagnat y cuyo testimonio fue incluido en el proceso de beatificación— refería:  “Enseñaba tan bien que, a menudo, tanto los adultos como los jóvenes permanecían hasta dos horas seguidas escuchándole sin aburrirse”.

(SAN MARCELINO CHAMPAGNAT: Vida y Misión. Sean Sammon)

 

Los documentos que hemos podido recopilar acerca del comportamiento del señor Champagnat durante las vacaciones nos manifiestan que no se conformaba con cumplirlo, sino

que, además, añadía otras muchas prácticas de virtud y empleaba parte del tiempo dedicado al descanso y esparcimiento para orar, estudiar o ejercer la caridad.

A menudo reunía en su habitación a los chicos de la aldea para enseñarles el catecismo y las oraciones. Los domingos convocaba incluso a los mayores y les daba una corta pero emotiva instrucción sobre los misterios de la religión, los deberes del cristiano y el modo de asistir provechosamente a misa y a los oficios sagrados. Varias personas recordaban aún, treinta años más tarde, lo que les había enseñado en esas charlas y manifestaban entre lágrimas los sentimientos que en sus almas había despertado.

(Crónicas Maristas)

 

REFLEXIÓN:

Marcelino sabía combinar en sus vacaciones, siendo seminarista, el estudio, el descanso, ayudar en casa y dedicarse a los demás.

• ¿Planificas tus vacaciones?

• ¿Cómo las aprovechas para crecer como persona?